Crónica de una clase dirigida hoy por Manel. El sensei ya había avisado que llegaría algo tarde y Manel nos ha puesto las pilas. Recordatorios de etiqueta, suburis por un tubo, pasos, técnica, base,...en resumen que hemos sudado el keiko-gi. Luego llegó el sensei, de buen humor nos corrigió defectos que presentábamos en la técnica, pero permitiendo que el sempai siguiera con la clase. Acabamos nuestro entreno con un eigin-geiko y al final servimos de motodachi para los neolechones que este año proliferan como setas, en lo que va de septiembre ya han usado el shinai por primera vez unos 8. Parecen motivados y con interés; sin embargo, la experiencia nos dice que muchos son los llamados y pocos los elegidos.
Es que una clase con Sensei Alonso no tiene parangón chico. Para los veteranos, tal vez sea un pelo aburrida pero para los novatos, como este lechón que te escribe, es muy gratificante. Pone sólidos cimientos para construir el edificio.
ResponderEliminarSalu2's
Sip
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