Esta semana he vuelto a los entrenos. Tras diez días de pasearme por el mundo y sin entrenar (a pesar de las buenas intenciones y de los intentos de ashi-sabaki en las habitaciones de los hoteles). Se nota cuando uno deja de entrenar unos días (y más a ciertas provectas edades). He acabado echando los higadillos. Calentamiento con bokken, base, motodachi para los chandalechones, gi-geiko, más motodachi para los chandalechones y campana y s'acabó!
La verdad es que ha sido una clase intensa. He practicado con el Sensei y con otros sempais y al final notaba ya un ruidillo en el tórax que ha despertado la neurona de la prudencia. Cuidado!
En otro orden de cosas se está consumando la invasión de los chándals. Cada día hay más correteando por el dojo y me acuerdo de cuando yo lucía la misma planta. Sólo que hace tres años solamente éramos tres los que íbamos shinai en mano con la camiseta por todo equipo. Y de los tres, a los tres meses solo quedaba uno. Ahora hay más de diez de todas las alturas, tallas y sexo. Al acabar la clase ya son más los sin bogu (versión kendolera de los sin techo) que con él. Pero es bueno, señal que va calando. Sin embargo, ya veremos lo que ocurre el martes cuando atraídos por la llamada de Fujo (8º Dan) aparezca la legión de kendokas socios del club. Igual reparten tickets a la entrada por que me da la impresión que tocara a medio tatami por men.
Os incluyo un poco de la base que han practicado hoy los chándalechones.
Yo el martes no voy. Descanso, campana y sacabao :)))
ResponderEliminarNo porfi, vente...
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