El hundimiento del "Costa Concordia" a escasos metros del puerto de la isla del Giglio (centro de Italia) no deja de ser una metáfora de Europa. Un crucero de ensueño que aparentemente está en la cima de la tecnología y lujo que embarranca por una mala gestión y el responsable que abandona el desastre de los primeros dejando a la tripulación y viajeros a su albur. Cualquier parecido con Irlanda, Grecia, Portugal o España es pura coincidencia.
Dicen que la cara es el espejo del alma y, en este caso, donde no hay, no roban.
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