Un amigo me ha enviado un correo con este contenido atribuido a Almudena Grandes, aunque viniendo de internet nunca se puede saber… En todo caso el contenido es justo de compartir.
A quienes no han perdido la ilusión, que la conserven.
A quienes han dejado de creer, que encuentren motivos para recuperar la fe.
A quienes están tan furiosos que le pedirían a los Reyes Magos un martillo neumático para destrozarlo todo, que imaginen un método fecundo para canalizar su furia.
A los abuelos de las preferentes, que les toque la lotería aunque les hayan dejado tan pelados que no hayan podido comprar ni un décimo.
A todas las familias que temen un desahucio, que un programador compasivo infecte con un virus potentísimo los ordenadores de todos los bancos y de un montón de juzgados.
A los corruptos, largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.
Al profesorado de la enseñanza pública, que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y un pilar de la civilización.
A sus alumnos, que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que saquen todos los sobresalientes que puedan para demostrarlo.
Al personal de la sanidad pública, que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y otro pilar de la civilización.
A sus pacientes, que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que peleen para estar a la altura de quienes pelean para que no pierdan sus derechos.
A los corruptores, que primero se arruinen y después paguen largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.
A los parados, que de entrada encuentren un empleo, y luego, si puede ser, un empleo digno.
A los empresarios decentes, porque hay muchos, que ganen dinero para contratar en condiciones justas y ganar más dinero todavía.
A los empresarios indecentes, porque hay bastantes, que alguien peor que ellos les estafe y les deje sin un céntimo.
A los abuelos y las abuelas que sostienen familias enteras con esas pensiones que cada vez valen menos, que les quieran muchísimo sus nietos.
A los tristes, que se reconcilien con la alegría.
A las mujeres maltratadas, que sean capaces de romper con el pasado y puedan vivir en paz.
A los maltratadores, que se crucen con un maltratador en su camino.
A quienes están pensando en emigrar, que puedan más sus motivos para quedarse.
A los pequeños héroes de la vida cotidiana, todos esos hombres y mujeres anónimos que se desviven por ayudar a los demás, ánimo y fuerza para seguir adelante.
A las madres e hijas, y a los padres e hijos, de personas dependientes que han perdido todas las ayudas, y están solos, desesperados, que sobrevivan al horror, por ellos mismos y por sus padres, por sus hijos.
A los explotadores, a los especuladores, a los despiadados, a quienes abusan de la miseria ajena y la multiplican con su avaricia, con su egoísmo, que se mueran deprisa, porque el mundo será mucho mejor sin ellos.
A toda la gente buena de ese mismo mundo, que el año próximo les haga mejores, porque así nos harán mejores a los demás.
A los cínicos, que se ahoguen en el frío veneno que destilan sus lenguas de reptil.
A los justos, recompensas.
A los generosos, suerte.
A los culpables, lo peor.
Y a todos ustedes, mucha salud para que volvamos a encontrarnos aquí dentro de 12 meses.
Todo esto deseo de corazón para el año nuevo.
Feliz 2014.
A quienes han dejado de creer, que encuentren motivos para recuperar la fe.
A quienes están tan furiosos que le pedirían a los Reyes Magos un martillo neumático para destrozarlo todo, que imaginen un método fecundo para canalizar su furia.
A los abuelos de las preferentes, que les toque la lotería aunque les hayan dejado tan pelados que no hayan podido comprar ni un décimo.
A todas las familias que temen un desahucio, que un programador compasivo infecte con un virus potentísimo los ordenadores de todos los bancos y de un montón de juzgados.
A los corruptos, largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.
Al profesorado de la enseñanza pública, que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y un pilar de la civilización.
A sus alumnos, que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que saquen todos los sobresalientes que puedan para demostrarlo.
Al personal de la sanidad pública, que, a pesar de los pesares, y de los recortes, y de las mentiras, y de la generalizada hostilidad que soportan a diario, nunca olviden que son imprescindibles y otro pilar de la civilización.
A sus pacientes, que sean conscientes del tesoro que tienen en las manos y que peleen para estar a la altura de quienes pelean para que no pierdan sus derechos.
A los corruptores, que primero se arruinen y después paguen largos años de cárcel sin derecho al tercer grado.
A los parados, que de entrada encuentren un empleo, y luego, si puede ser, un empleo digno.
A los empresarios decentes, porque hay muchos, que ganen dinero para contratar en condiciones justas y ganar más dinero todavía.
A los empresarios indecentes, porque hay bastantes, que alguien peor que ellos les estafe y les deje sin un céntimo.
A los abuelos y las abuelas que sostienen familias enteras con esas pensiones que cada vez valen menos, que les quieran muchísimo sus nietos.
A los tristes, que se reconcilien con la alegría.
A las mujeres maltratadas, que sean capaces de romper con el pasado y puedan vivir en paz.
A los maltratadores, que se crucen con un maltratador en su camino.
A quienes están pensando en emigrar, que puedan más sus motivos para quedarse.
A los pequeños héroes de la vida cotidiana, todos esos hombres y mujeres anónimos que se desviven por ayudar a los demás, ánimo y fuerza para seguir adelante.
A las madres e hijas, y a los padres e hijos, de personas dependientes que han perdido todas las ayudas, y están solos, desesperados, que sobrevivan al horror, por ellos mismos y por sus padres, por sus hijos.
A los explotadores, a los especuladores, a los despiadados, a quienes abusan de la miseria ajena y la multiplican con su avaricia, con su egoísmo, que se mueran deprisa, porque el mundo será mucho mejor sin ellos.
A toda la gente buena de ese mismo mundo, que el año próximo les haga mejores, porque así nos harán mejores a los demás.
A los cínicos, que se ahoguen en el frío veneno que destilan sus lenguas de reptil.
A los justos, recompensas.
A los generosos, suerte.
A los culpables, lo peor.
Y a todos ustedes, mucha salud para que volvamos a encontrarnos aquí dentro de 12 meses.
Todo esto deseo de corazón para el año nuevo.
Feliz 2014.
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