Si tienes un queso que no acaba de gustarte y quieres darle una salida airosa siempre puedes cortarlo a cuadrados y dejarlo sumergido en whisky (no uses un malta de 16 años por Dios q es pecado) unos tres meses en un lugar sin luz o cubierto por completo. Para este experimento he usado un whisky barato (muy barato) q tampoco es cuestión que te salga más caro el invento que lo que vale un buen queso o un whisky decente. Con el tiempo el whisky penetra en el queso, le quita grasa y lo deja aromatizado (al menos esa es la teoría). Ya os contaré lechones!
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