Desde mi cielo vienes a saludarme
lluvia que bañas mi rostro.
Me quito el sombrero para sentirte,
para sentirme vivo.
Árboles que crecen en las calles
de mi ciudad, y los rudios de los vehiculos.
Sintiendo mi sequía interna, bañas
mis accidentes, mi yo externo,
mi yo interno.
Y con ese gris que el horizonte oscurece
de mi propio destino, en mis creencias me hundes.
Amor, he de partir.
Salgo de tus brazos a destinos por descubrir
donde me esperan nuevos lazos,
pues ni hombres, ni dioses ni demonios
encuentran la libertad
si no son esclavos de los afectos o ilusiones
compañeros imprescindibles del viaje.
Kendopitecus. Barcelona 28 enero 2010
Un cerdo pintor , claro...
Hace 6 años