Desde el entreno que no pongo un pie en la calle. Llegué a Lima el sábado por la tarde-noche y el domingo por la mañana fui al Shidokan de Pajuelo. Ravelo, Ayalo, Goyburo... para entrenar y hacer unos keikos. Tras la comida del medio día de vuelta al hotel. Y desde ese momento entre reuniones y charlas aún no he salido del recinto. El día de hoy tampoco invita al optimismo. Hasta cuatro charlas he de dar. Es una exageración , lo sé, pero me siento como los animales del zoo encerrados en su jaula. Por grande que sea, y este hotel lo es, no deja de ocasionar una sensación de agobio importante. Espero tener un rato libre mañana para pasear por que si no, cuando llegue y alguien me diga ¿Qué suerte tienes! siempre viajando y viendo mundo...le rompo el shinai en la azotea (como cualquier animal que atacado de los nervios le da un bocado al cuidador! Saludos lechones desde este rincón del mundo que seguro es bonito de ver
Pobrecito...
ResponderEliminarSim sim, pois, pois...
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