
Las intervenciones arqueológicas han sido esporádicas y desiguales, pero han permitido documentar la zona residencial de la villa con diferentes mosaicos y paredes estucadas; así como de la parte rústica, destinada a talleres y almacenaje de las tareas agrícolas: horno de ánforas, depósito y almacén de dolía – recipientes esféricos de barro muy grandes destinados a almacenar y transportar alimentos – y vertederos.
Del yacimiento destaca el descubrimiento hecho por J.Serra Ràfols (1946) de un mosaico que se encuentra en el Museu d’Arqueologia de Catalunya y el hallazgo de un sello de bronce, con la inscripción Publi Valeri Euryali, que da nombre al primer masnouense conocido.
Las ánforas hechas en Cal Ros se utilizaban para envasar el famoso vino de la Laiteània y transportarlo por mar al resto del imperio romano, llegando a zonas tan alejadas como el norte de la Galia – actual Alemania-.
El nombre de Cal Ros de les Cabres hace referencia al masovero que vivía, Isidre Ramentol, que era de cabellera rubia y cuidaba de las cabras de la finca.
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