En el mundo de hoy, donde el discurso de la violencia reina (sin vislumbrar un futuro de absoluta paz) por ese rasgo opresor del hombre que intenta excluir y dominar al otro diferente, es difícil imaginar que una lección para el manejo de un arma pueda servir para una reflexión estética. Sin embargo, “El Maravilloso Arte de una Gata”, de Ito Tenzaa Chuya, es un relato transmitido oralmente para el “arte de la esgrima” (Kendo) desde siglo XVII, que nos revela un análisis profundo de la estética y de la vida en general. Esta historia se ha conservado según la versión escrita de Karlfried Graf Dürckheim en alemán, tomada de su maestro Takeharu Teramoto (almirante y profesor de la Academia de Marina de Tokio), quien sería el último alumno de una academia de Kendo del siglo XVII (donde el relato de los cincos gatos se utilizaba para enseñar la búsqueda de la paz y una vida coherente) y se ha empleado como un cuento reflexivo para los alumnos de Zen y para algunos artistas japoneses.
“El Maravilloso Arte de una Gata” nos cuenta la historia de un maestro de Kendo que tenía una rata en su casa. Este pequeño animal se hacía tan molesto para él que logró encerrarlo en una habitación. Luego abrió la puerta y dejó pasar a su gata, famosa por poseer la técnica de la caza. Sin embargo, la gata fracasó en su intento por atrapar a la rata. Aterrorizado, el maestro llamó a las tres mejores gatas de la ciudad, quienes tampoco pudieron cumplir su objetivo. Cansado, él pensó cazarla, pero no pudo. Finalmente, hizo traer a una gata que todos consideraban la “mejor cazadora del mundo”. Cuando llegó este animal, el maestro se sintió desconsolado por ver un animal común, sin grandes dotes y que no tenía nada de especial. Sin embargo, cuando la gata entró en la habitación, dirigió sus pasos tranquilos hacia la rata quien no pudo saltar ni hacer nada. La gata la tomó entre su boca (sin hacerle daño) y salió del cuarto, dejando libre a la rata de su encierro y al maestro de su molestia. Por su gran hazaña, las otras gatas le pidieron consejo. En este punto, comienza la reflexión que constituye una interesante enseñanza estética y vital. La primera gata planteó que ella era muy buena en la técnica, la segunda expuso que su secreto era la fuerza, la tercera comentó que su impulso era el espíritu y la cuarta explicó que su arte salía de la introspección, su estudio de la vida y de la muerte. La quinta gata escuchó atentamente y mostró el error de cada posición.
Otro día explico como acaba el cuento ;)
Un cerdo pintor , claro...
Hace 6 años
fazes-me acordar memórias... de Sherazade...
ResponderEliminar;)
Hombreeeeee!!!!, que no somos el Sultán de "Las Mil y una noches".
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