domingo, 28 de julio de 2019

Huevos Devaux

Dilectos y gourmets kendolechones, hoy toca tocar los huevos de Devaux (con perdón pues no nos referimos ni a tocar aquella parte anatómica que no suena del Chef Devaux ni a nadie en general). Nos referimos a realizar un plato con un ingrediente único y tan sencillo como un simple huevo.
Una receta para triunfar más que la Coca-Cola y con la que os ganaréis la consideración de cuantos comensales tengáis a comer. Y lo mejor, fácil y con un resultado sorprendente. Gran espectáculo el ver como se desparrama el huevo una vez cortamos la clara... mmmm preparar vuestras glándulas salivares.

Si sois de aquellos que os gusta ir al original acudid a este video-blog donde en primera persona os contarán con se elaboran:https://www.youtube.com/watch?v=l8X6KsPY0ss
Sin embargo, mi guru gastronómico el Chef Eloy a parte de ilustraros os divertirá con su locuaz verbo: http://eloychef.blogspot.com/2017/01/huevos-devaux-esto-hay-que-saber-hacerlo.html
Y para aquellos que me sois fieles, a parte de un abrazuelo con mi insoslayable gratitud os dejo el relato de como los preparé en una noche donde venía a cenar la pareja de mi hijo (cielos que responsabilidad, pero es que de inconscientes el mundo esta lleno).  Sin más, vamos por faena:
Material:
Huevo  (un elemento sencillo para un plato sublime)
Paciencia (un elemento escaso pero bien apreciado)
Aro metálico (de esos que venden en tiendas de cocina o en los chinos de todo a 100 donde realmente se encuentra de todo)
Sartén
Papel de cocina
Aceite de oliva
(me he extendido para no acabar esta parte sólo con el huevo y la paciencia pues son los únicos ingredientes realmente necesarios)
Métodos:
Empezamos separando las claras de las yemas.  Reservamos las yemas y batimos las claras hasta alcanzar el punto de nieve. Es aconsejable añadir unas gotas de limón (3 ó 4) a la clara junto con una pizca de sal.
Colocamos la sarten en la vitro o dónde sea pero a una temperatura tirando a alta (no nos pasemos camaradas que las yemas quemadas saben a rayos, os lo dice por experiencia propia este humilde kendolechón aprendiz de la alquimia culinaria). Impregnamos previamente el papel de cocina con el aceite y fregamos con él la sartén. Hacemos lo mismo con el aro en el borde interior de su circunferencia (así evitaremos que se nos enganche la clara al mismo). Añadimos la mitad de la clara a punto de nieve en el interior del aro.
y a seguir con sumo cuidado pues esta es la gracia, echamos la yema al centro evitando que se rompa.  Consejo: yo suelo preparar un nido en el centro de modo que la yema se acomode y no se desplace hacia un lateral de la circunferencia del aro con nefastas consecuencias pues si lo hiciera se solidificaría y perdería parte de la gracia el plato)

Rellenamos el aro con el resto de la clara preocupándonos de no dejar huecos y dejamos que se haga durante 2-3 minutos (importante no pasarse ni quedarse corto, si nos pasamos quemaremos las claras y si nos quedamos cortos desparramaremos nuestra creación por la sartén). Pasado el tiempo que os parecerá una eternidad pero tranquilos que no llega a tres minutos, ayudados con un par de palas de cocina, espumaderas o guantes ignífugos, giramos el aro...y oh magia no se desparrama el huevo. El calorcillo de esos minutejos ha permitido q la clara vaya solidificándose y salvo que seáis torpones de naturaleza, si giráis prestos el aro nada malo os sucederá. (Bueno si lo hacéis a manos limpias os quemaréis las yemas de los dedos, pero ya cuento q no seáis torpones ni inconscientes)
A seguir dejamos que se cocine la otra mitad durante ese par largo de minutos y ya tenemos un huevo a punto.  Con cuidado llevamos el aro sobre un plato y con in cuchillo repasamos los bordes internos del aro de modo que se suelte nuestro preciado manjar y podamos seguir cocinando más huevos para el resto de comensales
Y ya solo falta el toque de gracia, con el huevo en el plato cortar esa nubecilla que hemos elaborado con la clara que no llega a merengue (gracias a Dios, pues esa palabra es anatema para cualquier amante del buen futbol). Fofita y blandita, espuma aérea... y de repente surge entre la nieve la yema líquida cual ámbar en playa del mar del Norte... Ah kendolechones, un plato para disfrutar. Lástima que si tenéis muchos invitados en casa os darán las 12 y os convertiréis en calabaza (otro día os contaré una receta con esa cucurbitácea) pero el éxito de este plato es asegurado!

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